martes, 6 de julio de 2010

Abandono. Despedida. Llorar. Lágrimas...
Acércate, inclina la cabeza, cierra los ojos, siente... Para. Retrocede. Abre los ojos. Reincorporate.
Piensa... Sobretodo, piensa. Aclararo todo. Discúlpate. Vete a casa. Llora. Arrepiéntete. Llámame de nuevo. Porque aunque borraste mi numero, lo recordaste por llamarme tantas veces. Dime de quedar. Mírame fíjamente... Llorarme todo lo que tengas que llorarme. Abrázame... Discúlpate conmigo... Dime todo lo que sientas... Dime que no pudiste besarle porque recordabas como te respiraba yo los labios y te diste cuenta que mi aliento es el mejor que has sentido jamás...
Dime que solo me amas a mi. Dime que nunca has amado a nadie como me amas a mi. Dime que siempre estarás junto a mi. Invítame a cenar. Pon me una vela de veinte céntimos aunque sea, nos reiremos de ello... Dedícame una pequeña sonrisa. Regalame de nuevo tu vida entera. Ahora si, ahora puedes hacerlo. Lévantate, acércate, levantame, cógeme la carita por debajo de las orejas, pídeme que cierre los ojos. Y bésame... Bésame como si fuera la ultima vez que puedas hacerlo...
Y ahora, repite los dos últimos versos cada día de tu vida, del resto de tu vida.
Porque te tengo amarrado como un barco en su puerto.
Y no voy a dejar que te escapes como una cometa en el frío viento de un otoño...
Vuelve a leer esto de nuevo. Aunque lo leas de abajo hacia arriba. El significado es el mismo.



Pídeme que nunca te deje...
Súplicame que no te falle...





Ámame y no dejes de hacerlo.